09 junio, 2011

Algo Hemos Olvidado

No puedo dejar de pensar al contemplar ese atisbo de sol que me acaricia con sus primeros rayos, que algo hemos perdido en el camino. Tendemos a complicarlo todo, y nuestra fe y devoción no están ausentes en este proceso que nos lleva a olvidar que la simpleza tiende a desnudar la naturaleza de las cosas haciéndolas visibles tal cual son, y que las diferentes liturgias que separan a los distintos de los iguale, dan tantas formas a aquello que nunca cambió: El Amor de Dios y su mensaje de salvación para cada uno de nosotros.
Tenemos miles de canciones con sus diferentes ritmos, Biblias para adolescentes, quinceañeras, hombres de negocios, ediciones de promesas, dos o cien versiones para ser comprendida desde el más chiquito hasta el más neófito de los humanos. Para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero. Cubos de colores para explicar el precio de nuestros pecados, Su Muerte y Resurrección. Llaveros. Calcomanías. Pescaditos autoadhesivos. Billeteras. Más música. Periódicos. Revistas. DVD´s con predicas, con shows, con videoclips. Y muchos más libros de los que podríamos leer si se nos fuera la vida en ello, los cuales abarcan los más variados temas en un abanico que derrocha imaginación: desde problemas en el matrimonio hasta algo así como “cien ideas locas para divertirse en un culto de jóvenes un sábado por la noche” y en ese trascurrir, lo ya olvidado se olvida doblemente.
Pero nuevamente reflexiono en ello: Algo hemos perdido. No es algo tangible, no es algo que nos martille el corazón con un triste recuerdo, no es la sensación de falta con un dejo de sabor a nada. Creo que es simplemente la capacidad de maravillarnos de los milagros que nos rodean, de aquella pequeñas cosas por las cuales tendríamos que agradecer, por la Gracia Divina que se nos concede día a día sin ser merecedores de ella. Y entre tanta parafernalia, el amor de Dios sigue siendo igual, para nosotros, para todos, pero poco a poco lo vamos mezquinando y cercenando… Y pasamos a regocijarnos en El, para luego darnos cuenta de que dejamos de darlo a otros en nuestras acciones cotidianas. Espero nos demos cuenta a tiempo.